Título: Y bien, ¡La guerra!
Fecha: 1999
Temas: Insurreccionalismo
Fuente: Recuperado el 11 de diciembre de 2013 desde tiqqunim.blogspot.comEn todo hay que comenzar por los principios. La acción justa se sigue de ellos.
Cuando una civilización está arruinada, tiene que irse a la quiebra. No se hace la limpieza en una casa que se derrumba.
Los objetivos no hacen falta, el nihilismo no es nada. Los medios están fuera de duda, la impotencia no tiene excusa. El valor de los medios se relaciona con su fin.
Todo lo que es, es bueno. El mundo de las quelipot, el Espectáculo, es completamente malo. El mal no es una sustancia, si lo fuera sería bueno. El misterio de la efectividad del mal se resuelve en que el mal no es, en que es una nada activa.
El mal es lo que no se distingue del bien. La indistinción es su reino, la indiferencia su poder. Los hombres no aman el mal, aman el bien que hay en él.
En el Tiqqun, el ser regresa al ser, la nada a la nada. El cumplimiento de la Justicia es su propia abolición.
La historia no ha terminado, para hacerlo necesitaría nuestra aprobación.
Un solo hombre libre es suficiente para probar que la libertad no ha muerto.
La cuestión no es nunca “vivir con su tiempo”, sino a favor o en contra de él. Eso no depende.
Todo lo que se jacta de un avance temporal admite con eso mismo que no está por encima de su tiempo.
Lo nuevo no es más que la coartada de lo mediocre. Hasta ahora, el progreso no ha designado más que un incremento determinado de lo insignificante. Lo esencial ha quedado en la infancia. Los hombres se han envuelto de costumbres, pero aún no las han pensado. Ésta es una negligencia de la cual ya no tienen los medios. En este punto, la historia comienza.
Las catástrofes de la historia no demuestran nada en contra del bien. No son los movimientos revolucionarios los que han suspendido “el curso normal de las cosas”. Invirtamos. Es este curso ordinario el que es la suspensión del bien. En su encadenamiento, los movimientos revolucionarios componen la tradición del bien, o hasta ahora: la tradición de los vencidos. La nuestra.
Toda la historia pasada se resume a esto: la figura de una gran ciudad asediada por reyezuelos. Inexpugnable, el resto permanece.
Absolutamente antes del tiempo está el sentido. Hay un reloj que no suena. Suya es la realeza.
Es preciso actuar como si fuéramos hijos de nadie. Su filiación verdadera no está dada a los hombres. Ésta es la constelación de la historia de la que consigan reapropiarse. Es conveniente tener un panteón. No todos los panteones se encuentran al final de una calle Soufflot.
Los lugares comunes son la cosa más bella del mundo. Es necesario repetirse. La verdad siempre ha dicho la misma cosa, de mil maneras distintas. En ocasiones, los lugares comunes tienen el poder de hacer tambalear los mundos. El universo mismo ha nacido de un lugar común.
Este mundo no está adecuadamente descrito porque no está adecuadamente discutido, y viceversa. Nosotros no buscamos un saber que dé cuenta de un estado de hecho, sino un saber que los cree. La crítica no debe temer ni a la pesadez de los fundamentos ni a la gracia de las consecuencias.
Esta época es tan furiosamente metafísica que trabaja sin cesar para olvidarlo.
La Metafísica Crítica: al repelerla, se le abraza.
Algunos han encontrado que la verdad no existe. Son castigados por ello. No escapan a la verdad, y sin embargo la verdad se les escapa. No la entierran, y sin embargo ella los enterrará.
No queremos saber nada de lloriqueos, no le haremos a nadie el favor de una revuelta moderada. Tienen que empezarlo todo de nuevo por ustedes mismos. Este mundo tiene necesidad de verdad, no de consolaciones.
Hay que criticar la dominación, porque la servidumbre domina. Que haya esclavos “felices” no justifica la esclavitud.
Han nacido. Quieren vivir. Y siguen destinos mortales. Alguna vez se cansan y entonces dejan hijos, para que nazcan otros muertos, y otros destinos mortales.
Ha llegado el tiempo de las larvas, las cuales incluso escriben libritos de los que se habla en sus criaderos.
Desde que hay hombres, y desde que éstos leen a Marx, se sabe lo que es la mercancía, pero nunca hasta ahora se ha acabado prácticamente con ella. Algunos, que en otro tiempo ejercieron la profesión de criticarla, incluso anunciaron que se trataría de una segunda naturaleza, más bella y legítima que la primera, y que nosotros deberíamos someternos a su autoridad. Sus metástasis han alcanzado los confines del mundo; sería bueno recordar que un organismo completamente cancerado se derrumba en corto tiempo.
Las alternativas y los litigios antiguos están exhaustos. Nosotros imponemos otros nuevos.
Rechaza los dos lados por igual. Ama sólo el resto. Únicamente el resto será salvado.
Los hombres son responsables del mundo que no han creado. No se trata de una idea mística, es un dato. Sólo sorprenderá a quien esté preparado para ello. De ahí la guerra.
El enemigo no tiene la inteligencia de las palabras, el enemigo las pisotea. Las palabras anhelan su lugar.
La felicidad nunca ha sido sinónimo de paz. Es preciso hacerse una idea ofensiva de la felicidad.
La sensibilidad ha sido durante mucho tiempo una mera disposición pasiva al sufrimiento, ahora debe devenir el medio mismo del combate. Arte de convertir el sufrimiento en fuerza.
La libertad no tiene nada que ver con la paciencia, más bien es la práctica en acto de la historia. Inversamente,las “liberaciones” no son sino el opio de los malos esclavos. La crítica nace de la libertad, y le da a luz.
Los hombres están más seguros de liberarse cuando se desprenden, que de acceder a la felicidad cuando reciben.
Persigue la libertad, todo lo demás te vendrá con ello. Quien quiera mantenerse a salvo se irá a la ruina.
Al igual que todo aquello cuya existencia debe ser previamente probada, la vida que obedece a este tiempo tiene poquísimo valor.
Un orden antiguo subsiste en apariencia. En realidad, sólo está ahí para ser descrito en todas sus perversiones.
Se dice que no hay punto de peligro en tanto no se produzcan motines; se dice, puesto que no hay desorden material en la superficie de la sociedad, que la revolución está muy lejos de nosotros. Lo que ocurre, realmente, es que las fuerzas aniquiladoras están comprometidas en un camino muy distinto de aquel en que se esperaría encontrarlas.
Sepan, jóvenes imbéciles, pequeños hocicones realistas, que hay más cosas en el cielo y sobre la tierra de las que sueñan sus solipsismos inconsecuentes.
Esta sociedad funciona como una llamada incesante a la restricción mental. Sus mejores elementos le son extraños. Éstos se rebelan en su contra. Este mundo gira alrededor de sus márgenes. Su descomposición le excede. Todo lo que continúa viviendo vive en contra de esta sociedad.
Abandona el barco, no porque se hunda, sino para hacer que se hunda.
Los que hoy no comprenden tienen ya movilizada toda su fuerza desde ayer para no comprender. En su fuero interno, el hombre está al tanto del estado del mundo.
Todo se radicaliza. Tanto la idiotez como la inteligencia.
El Tiqqun desprende las líneas de ruptura dentro del universo de lo indiferenciado. El elemento del tiempo se reabsorbe dentro del elemento del sentido. Las formas se animan. Las figuras se encarnan. El mundo es.
Cada nuevo modo del ser arruina el modo del ser precedente, y es sólo entonces, sobre las ruinas del viejo, que el nuevo comienza. Y esto es llamado los “dolores del parto”, a fin de designar un período de grandes tumultos. Parece que el viejo modo del ser en el mundo será arruinado, aquel que cambiará diversas cosas.
Un día, una sociedad intentó, por medios innumerables y repetidos sin cesar, aniquilar a los más vivos de entre sus hijos. Estos hijos sobrevivieron. Ahora desean la muerte de esta sociedad. No sufren de ningún odio.
Ésta es una guerra que no está precedida por ninguna declaración. Por lo demás, nosotros no la declaramos, la revelamos solamente.
Dos campos. Su controversia está basada sobre la naturaleza de la guerra. El partido de la confusión querría que no hubiera más que un campo. Lleva consigo una paz militar. El Partido Imaginario sabe que el conflicto es padre de todas las cosas. Vive disperso y en exilio. Fuera de la guerra, no es nada. Su guerra es un éxodo, en el que las fuerzas se componen y las armas se descubren.
Deja a este siglo los combates entre espectros. No se batalla contra los ectoplasmas. Se les aparta, para despejar el blanco.
En un mundo de mentira, la mentira no puede ser vencida por su contrario, sino únicamente por un mundo de verdad.
La complacencia engendra odio y resentimiento, la verdad aproxima a los hermanos.
“Nosotros”, en otras palabras nosotros y nuestros hermanos.
La inteligencia tiene que devenir una tarea colectiva.
And the rest is silence.