Título: ¿Lo oís jóvenes?
Fecha: 1903
Temas: Anarquía
Notas: Publicado originalmente en El Productor, Barcelona, 3 de octubre de 1903. Extraído desde «Teresa Claramunt, la virgen roja barcelonesa».
Fuente: Recuperado el 16 de septiembre de 2014 desde viruseditorial.netEl pesimismo es en la parte moral lo que la anemia en la parte física. Si todos los hombres y mujeres que han formado en las filas de los que aspiran a vivir en un mundo de libertades hubieran en sus primeros pasos presentádose robustos, cubiertos de hierro sus glóbulos, ¿dónde pararía la tiranía? Las páginas de la historia sólo conservarían su aborrecible nombre. Más los reclutas de los ejércitos combatientes se componen en su mayoría de anémicos y tísicos de convicciones y por eso viven una temporada más o menos larga según el rigor de las tempestades sociales. Nótase actualmente un paso de avance dado por un numeroso contingente de jóvenes de ambos sexos. Los periódicos desde sus columnas ofrecen nuevas firmas, nuevos combatientes. Cuántas veces al pararse mis ojos ante uno de ellos, exclamo como se dice comúnmente ante el anuncio de una obra nueva, ¿te sostendrás? ¿serás de las que se quedan? Es que la experiencia de los años ha puesto en mí la convicción de que los reclutas en las filas de los combatientes surgen como en el campo las flores. Las hay de temporada. Recuerdo que alguna vez acomodándome a este sentido he dicho a varias jovencitas en momentos de entusiasmo por ellas manifestado a favor del ideal. ¿Queridas mías, pláceme veros así, pero me asalta la duda de que quizá os engañáis a vosotras mismas? Para convenceros de vuestro verdadero amor por la anarquía precisa del transcurso de los tiempos, veros perseguidas, encarceladas, sin consideración, arrojadas en el oscuro calabozo, en el destierro luchando sin humillación entre la expropiación y el hambre. Sufrir en el hogar de la familia las ingratitudes de los mismos que dicen amarte, su tiranía, y por último sufrir con estoicismo los repetidos dardos de la calumnia. ¡Momentos de prueba todos! A este extremo llegado el corazón se siente herido y el cerebro se trastorna, pero como a la aparición del nuevo día las maravillas de la naturaleza alegran nuestras horas, así tras las crisis que las asquerosidades humanas provocan se yergue nuestra cabeza y mirando hacia el porvenir gritamos ¡que hermoso eres ideal cuánto tanto te amo!
Y ante esa fuerza de convicción se rompen todas las armas que contra mí dirige el enemigo aunque astutamente haga para que las manejen los mismos que dicen sustentar ideales para mi queridos. ¿Lo oís jóvenes? Sólo después de haber pasado por estos trámites podréis estar seguras de que no os engañáis.
Soy anarquista, entonces firmemente podréis repetir.