Título: La política del Consejo
Fecha: 1869
Temas: Proletariado
Fuente: Recuperado el 16 de diciembre de 2013 desde inventati.org/ingobernablesEl Consejo de Acción no pregunta a ningún trabajador si él posee una creencia religiosa o atea. No le pregunta si él pertenece a este o a aquel o a ningún partido político. Le dice simplemente: ¿Es usted un trabajador? Si no, ¿Usted siente la necesidad de dedicarse enteramente a los intereses de la clase obrera y de evitar todos los movimientos que se opongan a ella? ¿Se siente uno con los trabajadores? ¿Siente en usted la fuerza indispensable para ser leal a su causa? ¿Es usted consciente de que los trabajadores, quienes han creado toda la abundancia que ha hecho posible la civilización y luchado por la libertad, han sido relegados a vivir en la miseria, la ignorancia, y la esclavitud? ¿Usted comprende que la raíz principal de todos los males en la vida de los trabajadores es la pobreza; y que esa pobreza —que es la condición común de los trabajadores en todas partes del mundo— es una consecuencia directa de la actual organización económica de la sociedad, y especialmente de la esclavitud del trabajo —es decir del proletariado— bajo el yugo del capitalismo —es decir del burgués—?
¿Sabe usted que entre el proletariado y el burgués existe un antagonismo mortal que es la consecuencia lógica de las posiciones económicas de las dos clases? ¿Sabe que la riqueza del burgués es incompatible con la comodidad y la libertad de los trabajadores, porque dicha riqueza excesiva está, y puede solamente estar, construida sobre el robo y la esclavitud de los trabajadores? ¿Entiende que, por esta misma razón, la prosperidad y la dignidad de las masas trabajadoras exigen inevitablemente la abolición completa de la burguesía? Sin embargo, ¿usted también comprende que ningún trabajador aislado, no importa cuan inteligente y enérgico él sea, puede luchar con éxito contra las fuerzas excelentemente bien organizadas de la burguesía, cuya ofensiva es mantenida, principalmente, por la organización del Estado —todos los Estados—?
¿No ve que, para hacerse realmente fuerte, usted no debe unirse con el burgués, que sería una locura y un crimen hacerlo, puesto que todo burgués, en cuanto perteneciente a su clase, es nuestros enemigo mortal; ni con los trabajadores que han desertado, abandonando su propia causa, y que se han rebajado para pedir la benevolencia de las clases gobernantes? ¿Pero, y con los hombres honestos que se movilizan, con toda sinceridad, hacia la misma meta que usted? Usted entiende, ¿contra las combinaciones poderosas, formadas por las clases privilegiadas, por los capitalistas, o los poseedores de los medios y de los instrumentos de producción y de distribución, las asociaciones de trabajadores divididas o sectarias, pueden triunfar de todas formas? ¿Usted no comprende que para luchar y vencer esta combinación capitalista se requiere nada menos que la unión en el Consejo y la acción combinada de todas las asociaciones de trabajadores locales y nacionales —federadas en una asociación internacional de los trabajadores de todos los países— ?
Si ud. sabe y comprende todo esto, puede entrar en nuestro campamento, independientemente del resto de sus convicciones políticas o religiosas. Pero si ud. está junto a nosotros, y mientras que ud. está con nosotros, ud deseara comprometer todo su ser, todas sus acciones así como sus palabras, a la causa común como expresión espontánea y sin reservas de aquel fervor de lealtad que inevitablemente tomará posesión de ud., tendrá que prometer:
Subordinar su interés personal e incluso familiar, así como su ideal y actividades políticas y religiosas, al interés más alto de nuestra asociación, a saber, la lucha del trabajo contra el capital, la lucha económica del Proletariado contra la Burguesía.
Nunca, en su interés personal, comprometerse con la burguesía.
Nunca intentar afianzar una posición sobre sus compañeros obreros, pues con ello usted se volvería inmediatamente un burgués y un enemigo del proletariado, ya que la única diferencia entre los capitalistas y los obreros es esta: el primero busca su bienestar individual, y en desmedro, del bienestar de la comunidad, mientras el bienestar del último depende de la solidaridad de aquellos que son robados en el campo industrial.
Permanecer siempre, y por toda la vida, fiel al principio de la solidaridad del trabajo, pues la traición más pequeña a este principio, la más ligera desviación de esta solidaridad, es, ante los ojos de la Internacional, el más gran crimen y vergüenza con que un obrero puede ensuciarse.
Los lideres de los Consejos de Acción actúan sabiamente al negarse a hacer de los principios filosóficos o políticos la base de su asociación, y preferir tener la lucha exclusivamente económica del Trabajo contra el Capital como fundamento único. Ellos son unos convencidos de que desde el momento en que un trabajador comprende la lucha de clases, desde el momento en que él —confiando en su derecho y la fuerza numérica de su clase— entra en la arena contra el robo capitalista, desde este mismo momento, las circunstancias y la evolución de la lucha lo obligarán a reconocer todos los principios políticos, socialistas, y filosóficos de la lucha de clases. Estos principios no son ni más ni menos que la expresión verdadera de los objetivos y propósitos de la clase obrera. La conclusión necesaria e inevitable de estos objetivos, su propósito subyacente y supremo, es la abolición tanto política como social de:
Las divisiones de clase existentes en la sociedad, especialmente de estas divisiones impuestas en pos de los intereses económicos de los burgueses.
Todos los Estados Territoriales, Patrias Políticas y Naciones, y sobre la cima de las ruinas históricas de este orden vetusto, el establecimiento de la gran federación internacional de todos los grupos locales y nacionales productivos.
Desde el punto de vista filosófico, los objetivos de la clase trabajadora son nada menos que la realización de las ideas eternas de humanidad, de bienestar del hombre, el reino de la igualdad, de la justicia y la libertad en la tierra, haciendo innecesaria toda creencia en el cielo y toda esperanza en un más allá mejor.
La gran masa de los obreros, aplastada por su trabajo diario, vive en la ignorancia y la miseria. Y pese a cualquier prejuicio político o religioso en que ellos se han criado individualmente, esta masa es inconscientemente Socialista, instintivamente, y, debido a los apuros del hambre y a su posición, más seriamente y de verdad Socialista que todo el «científico» y «el burgués Socialista» juntos. Las masas son Socialistas debido a todas las circunstancias de su razonar; y, en realidad, las necesidades de vida tienen una gran influencia sobre el razonamiento puro, porque el razonamiento (o el pensamiento) es sólo el reflejo del desarrollo continuo de la vida —su fuerza y no su base.
A los obreros no les falta el realismo y el entusiasmo para el esfuerzo Socialista, pero sólo la idea Socialista. Cada obrero, en el fondo de su corazón, está anhelando una existencia realmente humana, es decir bienestar material y desarrollo mental fundados en la justicia, osea, igualdad y libertad para todos y cada uno de los trabajadores. Esto no puede realizarse en la organización política y social actualmente existente, la cual se funda en la injusticia y el robo descarado de las masas trabajadoras. Por consiguiente, cada obrero reflexivo se vuelve un Socialista revolucionario, desde que le obligan a que comprenda que su emancipación sólo puede lograrse por el derrocamiento completo de la sociedad actual. O esta organización de la injusticia con su completa máquina de leyes opresivas y de instituciones privilegiadas desaparecen, o bien se condena al proletariado a la esclavitud eterna.
Ésta es la quintaesencia de la idea Socialista, cuyo germen puede hallarse en el instinto de cada obrero de pensamiento serio. Por consiguiente, nuestro objetivo es hacerlo consciente de lo que él quiere, para despertar en él una idea clara que corresponda con sus instintos. Para el momento en que la conciencia de clase del proletariado se haya levantado hasta el nivel de sus sentimientos instintivos, su intención se habrá convertido en determinación, y su poder será irresistible.
¿Que impide el desarrollo mas rápido de esta idea de salvación entre el Proletariado? Su ignorancia; y, en gran medida, los prejuicios religiosos y políticos con que las clases gobernantes han intentado obnubilar la conciencia y la inteligencia natural de la gente. ¿Como puede usted dispersar esta ignorancia y destruir estos prejuicios extraños? «La liberación del Proletariado debe ser producto del trabajo del mismo Proletariado» dice el prologo al estatuto general de la (Primera) Internacional. Y ello es mil veces verdad. Este es el fundamento principal de nuestra gran asociación. Pero la clase trabajadora es todavía muy ignorante. Tiene una carencia absoluta de teoría. Hay por tanto sólo una salida para la liberación del Proletariado, la acción. ¿Y cuál es esta acción que traerá las masas al socialismo? Es la lucha económica del proletariado contra la clase que gobierna realizada en solidaridad. Es la Organización Industrial de los trabajadores —el Consejo de Acción.