Título: La vida sin fundamentos
Fecha: 1854
Temas: Vida
Notas: Traducción de Mujeres Creativas
Fuente: Recuperado el 5 de febrero de 2013 desde Kolectivo Conciencia LibertariaNo hace mucho, en una conferencia, sentí que el expositor había escogido conceptos demasiado ajenos para él, y por eso no logró interesarme en el tema tanto como habría podido. Las cosas que describía no eran cercanas a su esencia, sino alejadas y superficiales. No había, por lo tanto, un planteamiento central en su exposición; hubiera sido mejor que él hablara desde sus propias experiencias, como lo hacen los poetas. El favor más grande que me han hecho es cuando me han preguntado lo que «yo pienso», y han escuchado mi respuesta. Me sorprende y me agrada cuando esto pasa ya que es un uso poco corriente de uno mismo, como si estuvieran familiarizados con el «instrumento». En general cuando alguien esta interesado en mí es sólo para saber cuantos acres he medido de su tierra — soy un topógrafo — o a lo sumo se interesan en las noticias triviales que cargo. No buscan el alimento; se conforman con la cáscara. Una vez me pidieron una conferencia sobre la esclavitud, pero en realidad me di cuenta de que querían intervenir mi conferencia con sus propios postulados, dejándome una mínima parte a mí, así es que no acepté. Tengo como premisa, cuando me invitan a una conferencia en otro lado, que exista el deseo de oír lo que «yo pienso» sobre alguna materia, aunque pase por ignorante; pero nunca diré cosas «agradables» o complacientes con la audiencia. Tengo resuelto que les daré una fuerte dosis de mi mismo. Me han enviado llamar y se han comprometido a pagarme, yo iré aunque los aburra sin precedentes.
Lo mismo les diría a ustedes, mis lectores; ustedes me están leyendo, y no he viajado mucho así es que no les hablaré de personas a miles de kilómetros, al contrario me acercaré al hogar tanto como pueda. Como el tiempo es corto dejaré de lado toda lisonja y me reservaré las críticas.
A continuación analizaremos el modo en que empleamos nuestras vidas.
Este mundo es un lugar para el negocio. ¡Qué ajetreo! Me despierto casi todas las noches por el bullicio de la locomoción, que interrumpe mis sueños. Ya que no hay ni día domingo; sería grandioso ver a la humanidad disfrutando del ocio alguna vez. Sólo existe el trabajar, trabajar, trabajar. No puedo adquirir fácilmente un cuaderno en blanco para escribir mis pensamientos; todos tienen las rayas de los billetes y las monedas. Un irlandés, viéndome cavilar en el campo, dio por supuesto que estaba calculando mi paga. Si un hombre fue arrojado por una ventana cuando niño, y quedó paralítico, o los Indios lo sacaron de sus casillas, se lamentará por estar incapacitado para ¡el trabajo! Yo pienso que no hay nada, ni siquiera el crimen, mas opuesto a la poesía, a la filosofía y a la vida misma, que la ocupación incansable.
En las afueras de nuestra cuidad hay un individuo rudo y violento, que gana mucho dinero, quien construirá una muralla debajo de la colina alrededor de sus terrenos, las autoridades le han metido en la cabeza que esto lo mantendrá seguro y él quiere que me pase 3 semanas cavando. El resultado será que aumentará sus arcas y dejará la ganancia a sus herederos para que la gasten fácilmente. Si llego a hacer esto, muchos me alabarán como un hombre de mucho trabajo; pero si decido dedicarme a mis propias labores, las que me reportan mayor utilidad pero menos dinero, me mirarán como un holgazán. De cualquier modo como no necesito que la policía me controle en labores sin mayor importancia y no veo nada tan loable en el trato con este tipo en relación a otras empresas de nuestro gobierno o alguno extranjero, incluso la diversión sería solo para él o ellos, por esto prefiero educarme en otra escuela.
Si un hombre camina la mitad del día en el bosque por amor a él, corre el peligro de ser considerado como un haragán. Pero si ocupa todo el día, como comerciante, en cortar árboles y dejar la tierra baldía antes de tiempo, es valorado como un ciudadano laborioso y emprendedor. ¡Como si el único interés de una cuidad en sus bosques fuera cortarlos!
Muchos hombres se sentirían insultados si alguien les ofreciera contratarlos para tirar piedras sobre una muralla, y luego devolverlas al otro lado, como un modo de ganarse el sustento. Pero muchos están peor empleados hoy en día. Por ejemplo una mañana que amanecía en verano, vi a uno de mis vecinos arrastrando lentamente con su yunta de bueyes, debajo del eje, una pesada piedra tallada. Lo rodeaba una atmósfera de laboriosidad; su día de trabajo había comenzado y ya se asomaba el sudor en su frente — un reproche en acto para todos los holgazanes y vagos -. Se detuvo enfrente de sus bueyes y dio media vuelta con un floreo de su piadoso látigo mientras estos avanzaban hacia él. Y yo pensé, «este es el trabajo que el Congreso Americano debe protege y que todos los hombres respetan y consagran» — labor agotadora, viril y honesta, tan honesta como el día es largo, que hace que el pan tenga un sabor dulce, y mantiene dulce a la sociedad. Sin duda es un grillete sagrado llevar a cabo la necesaria pero fastidiosa faena. En realidad sentí un leve reproche al observarlo desde la ventana y no embarcarme y remecerme con una labor parecida. El día transcurrió, y en la tarde pase por el patio de otro vecino, que tiene muchos sirvientes, gasta su dinero vanamente y no hace nada para el beneficio común, y vi la piedra de la mañana al lado de una estructura extravagante que intentaba adornar las tierras de Lord Timothy Dexter. De inmediato desapareció, frente a mis ojos, la dignidad del trabajo del conductor de bueyes. En mi opinión el sol fue hecho para alumbrar esfuerzos más valiosos que este. Añadiré que este patrón, se escapó hace un tiempo, en deuda con gran parte de la cuidad, y luego de pasar por los tribunales, se asentó en algún lugar, para convertirse de nuevo en un mecenas de las artes. Casi siempre los caminos que te llevan a ganar dinero son cuesta abajo. El haber hecho cualquier cosa para ganar dinero simplemente, es haber sido en verdad un vago o algo peor aún. Si el trabajador sólo obtiene el salario que le paga el empleador, ha sido estafado, se ha estafado a sí mismo. Si quieres ganar dinero como escritor o conferenciante, debes ser popular, lo que significa descender perpendicularmente. Los servicios que la comunidad paga más fácilmente son los más desagradables de retribuir. Se te paga para que seas algo inferior a un hombre y el estado no premia a los genios con algo muy juicioso. Incluso el poeta alabado no tendría por qué celebrar las vicisitudes de la realeza, debería ser sobornado con un tonel de vino, y quizás, también, otro poeta sería apartado de su musa para probar ese tonel.
En lo que respecta a mis propios asuntos, el medir tierras es lo que hago con más satisfacción pero mis empleadores no lo requieren. Preferirían que hiciera mi trabajo mas toscamente, no tan bien. Cuando advierto que hay diferentes formas de medir, mi empleador pregunta corrientemente, cual le dará mas tierra a su favor, no cual es el más correcto. Una vez inventé una formula para medir pies cúbicos de leña y la intenté introducir en Boston; pero el agrimensor de allí me dijo que los compradores no querían su leña medida tan correctamente, porque era demasiado minucioso para ellos, por eso la compraban antes de cruzar el puente, en la cuidad de Charleston.
La mira de un trabajador debería ser, no ganarse el sustento o tener un «buen empleo», sino realizar bien un trabajo determinado; e incluso en un sentido monetario, la economía de una cuidad estaría bien manejada si pagara a sus trabajadores tan bien que no sintieran que trabajaban por fines tan bajos como la mera subsistencia, sino por fines científicos o morales. No contrates a un hombre que trabaje por dinero, sino por que ama lo que hace.
Es interesante que haya pocos hombres tan bien empleados, incluso desde el punto de vista de sus intereses, pero que por un poco de dinero o fama se apartan de su ocupación actual. Veo anuncios que buscan a jóvenes «activos», como si la actividad fuera todo el capital de un hombre joven. También me sorprendió cuando un hombre, maduro ya, me propuso, confidencialmente, algunos negocios como si yo no tuviera otra cosa que hacer o mi vida fuera un completo fracaso hasta ese momento. ¡Qué dudoso cumplido me dedicó! ¡Como si me hubiera encontrado en mitad de un mar tormentoso, sin ningún destino, y me hubiera invitado a seguirlo! Si lo hubiera hecho ¿qué creen ustedes que habrían dicho los agentes de seguros? ¡No, no! No estoy sin empleo en esta etapa del viaje. Para decir la verdad, cuando era niño, vagando por mi puerto natal, vi un anuncio para marineros de primera y tan pronto tuve la edad me embarqué.
La comunidad no puede sobornar a un hombre sabio. Puedes ganar suficiente dinero como para hacer un túnel en una montaña, pero no puedes ganar suficiente dinero para contratar a un hombre que esta ocupándose de sus propios asuntos. Un hombre eficiente y valioso hace lo que sabe hacer, tanto si la comunidad le paga como si no, en cambio el ineficiente ofrece su ineptitud al mejor postor, y esta siempre expectante a ser contratado en un oficio. Podríamos suponer que son raramente contrariados.
Quizás esté siendo más celoso de mi libertad que de costumbre porque siento que mi relación y mis obligaciones con la sociedad son todavía, débiles y transitorios. Esas faenas leves que me permiten la subsistencia, y por las cuales soy útil en algún grado a mis contemporáneos, son tan agradables para mi que casi nunca recuerdo que son una necesidad. En ese sentido soy exitoso. Pero preveo que si mis necesidades aumentan mucho, el trabajo requerido para cubrirlas se volverá una faena ingrata. Si vendiera mis mañanas y mis tardes a la sociedad, como la mayoría parece hacer, estoy seguro de que para mi no quedaría nada valioso por lo cual vivir. Confío en que no venderé mis derechos por una ración de cazuela. Quiero sugerir que un hombre puede ser muy laborioso y aún así no emplear bien su tiempo. No hay peor equivocación que consumir la mayor parte de la vida procurándose el sustento. Todas las grandes empresas son autosolventes, por ejemplo el poeta, tiene que mantenerse con su poesía igual que la máquina a vapor del aserradero alimenta sus calderas con las virutas que produce. Debes ganarte la vida con lo que amas, aunque igual que los comerciantes que de 100, 97 quiebran, la vida de los hombres, guiados por este propósito, también termina en fracaso.
Llegar al mundo como heredero de una fortuna no es meramente nacer, sino nacer muerto. Mantenerse gracias a la caridad de los amigos, o gracias a una pensión del gobierno, — que te permiten continuar respirando — o por cualquier otro sinónimo que describa estas situaciones, es ingresar al asilo de pobres. Los domingos el desgraciado deudor va a la iglesia a hacer un balance de sus haberes, y encuentra que sus gastos han sido mayores que los ingresos. Particularmente en la Iglesia Católica se confiesan, renuncian a todo y se proponen empezar de nuevo. De este modo los hombres se acostarán hablando acerca del pecado pero nunca harán un esfuerzo por levantarse.
Para comparar las diversas exigencias que los hombres le hacen a la vida, es importante diferenciar entre aquellos que se satisfacen con un nivel de éxito en el cual la marca está hecha por un tiro a quema ropa; y otros que aunque bajos y sin éxito pueden elevar su vida a metas mas altas aunque con un ángulo de mira limitado. Prefiero ser de estos últimos — aunque como dicen los Orientales, «La grandeza no se aproxima a aquél que siempre está mirando hacia el suelo; y todos aquellos que están mirando hacia lo alto, se están empobreciendo.»
Es digno de tomar en cuenta que hay muy poco o nada escrito sobre el tema de ganarse la vida; cómo ganarse la vida de un modo no meramente honesto o decente sino que al mismo tiempo incitante y extasiante; ya que si la vida no es así no es vida. Si uno mira a la literatura podríamos pensar que este asunto no ha provocado una reflexión personal. ¿Será porque los hombres están tan disconformes con sus experiencias que no quieren ni hablar de ellas? Estamos todos proclives a omitir la lección de valor que enseña el dinero, la que le ha costado tanto trabajo enseñar al Creador del Universo. Es impresionante lo indiferentes que son los hombres de todas las clases — incluso los llamados reformistas — ante los modos de ganarse la vida, ya sean herederos, u obtengan ganancias, o roben. Pienso que la Sociedad no ha hecho nada por nosotros en este sentido, y en todo caso ha revertido lo que alguna vez se había logrado. El frío y el hambre me parecen más afines con mi naturaleza que los métodos que los hombres han implementado para detenerlos.
El epíteto «sabio» está, la mayoría de las veces, mal aplicado. ¿Cómo puede alguien ser llamado sabio si no conoce una forma mejor para ganarse la vida que el resto? ¿No será que sólo es un poco más astuto e ingenioso? ¿Opera la sabiduría como una rueda de disciplina? ¿O nos enseña como triunfar «con su ejemplo»? ¿Existe algún tipo de sabiduría que no se aplique a la vida? ¿Es la sabiduría sólo el molino que muele finamente la lógica? Es oportuno preguntarse si Platón se ganó la vida de un modo más exitoso que sus contemporáneos, ¿o sucumbió ante las dificultades de la vida como cualquiera? ¿Dio la impresión de prevalecer sobre algunos de ellos sólo por su indiferencia, o se dio aires? ¿O acaso, le fue fácil subsistir porque su tía lo recordó en su testamento? Los modos que los hombres tienen de ganarse la vida, de vivir, son meros sucedáneos y un evasión del verdadero asunto de la vida,- en parte porque no saben y en parte porque no pretenden nada mejor -.
La lucha en California, por ejemplo, y la actitud general no meramente de los comerciantes sino de los filósofos y los llamados profetas, reflejan el mayor estigma de la humanidad. ¡El que tantos quieran vivir de la suerte y quieren controlar el trabajo de otros con menos suerte, sin aportar en nada al desarrollo de la sociedad! ¡Y a eso se le llama capacidad de emprendedora! No veo un modo mas precipitado de consagrar la inmortalidad del comercio y de todas las formas banales de ganarse la vida! El valor de la filosofía, de la poesía, de la religión como muestra de humanidad queda al nivel del polvo de un bejín.
El cerdo que se gana la vida escarbando, removiendo la basura, podría avergonzarse de una compañía como esa. Si yo pudiera obtener la riqueza de todo el mundo estirando mi dedo, no pagaría un precio tan alto por ella. Incluso Mahoma sabía que Dios no hizo el mundo como si fuera una broma. Esto convertiría a Dios en un caballero adinerado que reparte puñados de monedas para ver cómo la humanidad se disputa por ellas. ¡La lotería del mundo! ¡La subsistencia en medio de la naturaleza sería un asunto de lotería! ¡Qué crítica, qué sátira de nuestras instituciones! ¡La conclusión será que la humanidad debe colgarse de un árbol! ¿Han enseñado todos los preceptos bíblicos sólo esto a los hombres? ¿Es acaso, el rastrillo para basura el último y más admirable invento de la humanidad? ¿Es este el plano en el que tienen un encuentro Orientales y Occidentales? ¿Nos indujo Dios a ganarnos la vida así, cultivando donde no hemos sembrado,-- y esperando que nos recompense con pepitas de oro?
Dios le dio al hombre recto un certificado autorizándolo a alimentarse y vestirse, pero el hombre injusto se apropió de una copia del mismo que había en el baúl de Dios, y obtuvo comida y ropas como el primero. Esta es una de los mayores fraudes que el mundo ha visto. Yo no sabía que la humanidad estuviera sufriendo por la necesidad del oro. Sólo lo he visto en pequeñas cantidades y se que es muy maleable, pero no tanto como el ingenio. Un grano de oro hará relucir una gran superficie pero no tanto como un grano de sabiduría.
Los buscadores de oro en las quebradas de las montañas son mucho más jugadores que aquellos de los casinos de San Francisco. ¿Qué diferencia hay entre tirar el lodo y tirar los dados? Si tú ganas, la sociedad pierde. Los buscadores de oro son los enemigos del trabajador honrado, a pesar de las compensaciones y restricciones que puedan haber. No me es suficiente escuchar que has trabajado duro para conseguir tu oro; también el diablo trabaja duro. El camino de la transgresión puede ser duro en muchos aspectos. Incluso el observador más modesto que vaya a las minas verá y dirá que buscar oro es como la lotería; el oro que se obtiene no es lo mismo que el salario que se gana con un trabajo. Este observador en la práctica olvida todo lo que vio, en tanto eran sólo hechos y no fundamentos, se involucra comprando un boleto como en cualquier otra lotería, aunque no sea una tan obvia.
Una tarde después de leer el relato de Howitt sobre los buscadores de oro en Australia, tuve toda la noche en mi mente, los numerosos valles con sus quebradas todas perforadas por asquerosas fosas de 10 a 100 pies de profundidad, de media docena de pies de ancho, tan estrechas como permitía cavar y medio cubiertas de agua. En ellas los hombres buscan tenazmente sus fortunas; inseguros de dónde tienen que cavar; sin saber si el oro esta bajo su terreno o no, cavando a veces 100 o 60 pies antes de tocar la veta, o bien perdiéndola por un pie. Se transforman en demonios sin importarles los derechos de los otros, ansiosos por la riqueza. Valles completos a lo largo de 30 millas, convertidos en panales con las fosas de los mineros; en ellas han muerto ahogados cientos de mineros. Sumergidos en el agua y cubiertos de barro trabajan día y noche moribundos de agotamiento y enfermedad. Después de leer esto, y en parte olvidarlo, pensé en mi propia vida insatisfactoria, haciendo lo que hace todo el mundo. Con esa visión de las excavaciones en mente me hice la pregunta ¿por qué no ir a lavar oro diariamente, aunque fueran solo pequeñas partículas?, ¿Por qué no excavar y socavar pozos de minas en busca del oro en mi interior? Hay un Ballart o un Bendigo para mí, sin importar que la zanja sea estrecha. Puedo seguir algún camino de todos modos, — aunque sea solitario, torcido y estrecho- en el cual caminar con amor y respeto. Donde quiera que un hombre se aparta de la masa, y sigue su propio camino, encontrará una bifurcación mientras el resto sólo verá una brecha en la valla. El camino solitario será el más elevado de los dos.
Los hombres luchan en California y Australia como si el verdadero oro estuviera allí, cuando en realidad van en sentido contrario. Ellos se apartan buscando cada vez más lejos de la línea verdadera, y son más desgraciados cuando se creen más exitosos. ¿No es acaso nuestra tierra natal aurífera? ¿No fluía, acaso, un torrente desde las montañas doradas a nuestro valle? ¿No ha formado esta corriente durante muchas eras geológicas las particular brillantes y las pepitas de oro para nosotros? Aunque suene extraño si un buscador de oro se escabulle persiguiendo este oro de ley hacia los desiertos que nos rodean, no habría peligro en que cualquiera siguiera su pista y lo suplantara. Puede incluso socavar todo el valle, tanto lo cultivado como lo no cultivado, durante toda su vida, sin que nadie le cuestione sus derechos. A ellos no les importará ni su origen, ni su hombría. No se le limitará a los 12 pies que tiene derecho en Ballart, sino que podrá excavar en cualquier parte y lavar toda la tierra del mundo.
Howitt se refería al hombre que encontró la pepita de oro de 28 libras en Bendigo: «De pronto empezó a beber, compró un caballo, recorrió el lugar a todo galope y si se topaba con alguien le preguntaba si sabía quien era él para informarle que era ‘ el maldito miserable que había encontrado la pepita de oro’». Terminó chocando a todo galope en contra de un árbol, y por poco se saca los sesos.» Yo pienso que no habría tanto peligro en esto porque de todas formas ya se había sacado los sesos con la pepita de oro. Howitt agrega, «Es un hombre completamente arruinado». Pero representa muy bien a la especie. Son todos hombres temerarios, basta escuchar los nombres de los lugares de excavación «llano del imbécil», «barranco de la cabeza de oveja», « banco de arena del asesino», etc. ¿no habrá ironía en estos nombres? Déjenles cargar su mal ganada riqueza donde quieran, sigo creyendo que deben de vivir en el «llano del imbécil», o si no en el «banco de arena del asesino».
Las últimas fuerzas las obtuvimos del robo de las sepulturas del Istmo de Darién, una empresa que parece estar en sus comienzos porque la votación ha pasado a segunda instancia en la legislatura de Nueva Granada, que regula los asuntos de minas. Y un corresponsal de La Tribuna escribió «En la estación seca cuando el tiempo permita tener una panorámica adecuada, sin duda que se encontrarán otras ricas ‘guacas’ (sepulturas).» A los emigrantes les decía «no vengan antes de diciembre; prefieran la ruta del Istmo antes que la de Boca de Toro; no traigan equipaje de más, ni siquiera una tienda de campaña, con un buen par de frazadas será suficiente; un chuzo, una hacha y empuje es todo lo requerido». Estos avisos podrían haber sido tomados de la Guía Burker. Concluía: «Si estas a gusto en casa, ¡QUÉDATE!», lo que podríamos interpretar como «si robando tumbas en tu país logras ganarte la vida, quédate.»
Pero ¿para qué ir a California como una consigna? Es la hija de Nueva Inglaterra, criada en su misma escuela e Iglesia.
Destaquemos que entre tantos predicadores hay muy pocos profesores de moral. Los profetas están contratados para justificar las opciones de los hombres. Muchos sacerdotes de edad avanzada, con la iluminación de la edad, me contaron con una sonrisa — entremedio de un suspiro y un estremecimiento -, que no sea tan blando en estos asuntos, que lo compacte todo, para formar una sola masa de oro. Hasta el consejo más elevado que me han dado sobre estos asuntos era servil, por otro lado, el más denso fue que no vale la pena intentar cambiar el mundo con relación a esto. No preguntes como se hace el pan, te podría no gustar oírlo ya que es preferible que un hombre pase hambre a que pierda su inocencia en el proceso de obtener el pan. Si dentro de cada hombre sofisticado no hay uno inexperto, es que se trata de un ángel del diablo. A medida que envejecemos vamos viviendo de un modo más tosco, nos relajamos en nuestra disciplina, y en algún grado dejamos de obedecer nuestros instintos más finos. Sin embargo seríamos extremadamente desdeñosos si desatendiéramos las burlas de los que son más desafortunados que nosotros.
En la filosofía y la ciencia no hay generalmente una explicación o verdad absoluta. El espíritu de secta y el fanatismo han plantado su pezuña en medio de las estrellas. Sólo tendrás que resolver el problema de si las estrellas están habitadas o no. ¿Para qué ensuciar tanto el cielo como la tierra? Fue triste descubrir que el Dr. Kane era masón y también lo era Sir John Franklin. Pero es más cruel aún suponer que esa era la razón por la cual uno fue en busca del otro. En este país no hay ninguna revista que se atreva a publicar los pensamientos de un niño sin hacerle acotaciones. Todo tiene como última referencia a los Doctores en Teología. Deberíamos pedirle la opinión a los pajarillos.
Llegarás a considerar el funeral de la humanidad como un fenómeno natural porque un pequeño pensamiento puede ser el sepulturero de todo el mundo.
No conozco intelectuales que sean tan abiertos y liberales que se pueda pensar en voz alta en su presencia. Menos aún hablar en contra de alguna institución de la cual sean partidarios; es su modo particular y no universal de ver las cosas. Ellos harán lo posible por interponer su achatado techo, con su reducida claraboya, entre tú y el cielo, cuando es esto lo único que querrías ver. Yo digo ¡aparta las telarañas y lava las ventanas!
He sabido que en algunos liceos han votado a favor de excluir la religión como uno de sus temas, en ese caso, ¿cómo podríamos saber cual es la religión que profesan y qué tan lejos estamos de ella? He entrado a ese terreno y me he esforzado por confesar el tipo de religión que he experimentado, para no crear suspicacias en mi auditorio. La conferencia fue tan inofensiva como la luz de la luna. Porque si les hubiera leído la biografía de los grandes sinvergüenzas de la historia, habrían pensado que describía la vida de los pastores de su iglesia. En general las preguntas que me hacen son ¿De dónde vienes? O ¿hacia donde vas? Una pregunta, sin duda, pertinente me formuló un auditor el otro día, «¿A favor de qué es la conferencia?», Me conmovió.
Para ser objetivo los mejores hombres que he conocido no han sido precisamente apacibles. Se preocupan del orden y de la adulación, y analizan minuciosamente las situaciones. Usamos granito en los cimientos de nuestras casas y graneros; construimos vallas de piedra; pero no descansamos en las piedras o el granito. Los umbrales de nuestras puertas están corroídos. ¿De qué material esta hecho el hombre que no podemos vincularlo con la verdad mas pura y etérea? A menudo acuso a mis conocidos de superficialidad porque hay costumbres y consideraciones que no practicamos, no nos enseñamos los unos a los otros lecciones de honestidad y sinceridad como los animales, o lecciones de solidez y estabilidad como las rocas. Sin embargo el error es compartido ya que no somos muy exigentes entre nosotros.
¡En el revuelo en torno a Kossuthhay que considerar lo distintivo pero superficial que fue!…sólo otro político o bailarín. Se habló de él en todo el país, pero se expresaba sólo el sentido común. Nadie dijo la verdad. Eran meras camarillas, unos apoyados en los otros y todos juntos en nada. Como los Hindúes que hacen descansar el mundo en un elefante, el elefante en una tortuga, la tortuga en una serpiente y no tienen nada que poner debajo de la serpiente. Para recordar este tipo de cosas tendremos el sombrero de Kossuth.
Así de hueca e ineficaz es nuestra conversación. Lo superficial lleva a lo superficial. Cuando nuestras vidas dejan de ser íntimas y privadas, la conversación degenera en habladurías. Es muy extraño encontrar un hombre que nos cuente algo nuevo que no haya aparecido en el diario, o que no se escuche por ahí. Probablemente la única diferencia entre uno y el vecino sea que él leyó el diario o salió a tomar el té, y nosotros no. A medida que nuestra intimidad decae vamos mas seguido al correo. Es seguro que el pobre tipo que camina con muchos sobres en la mano, orgulloso de su correspondencia, hace mucho que no sabe nada de sí mismo.
Yo diría que es mucho, ya, leer un periódico a la semana. Lo intenté recientemente, pero por poco me pareció que no estaba en un lugar conocido. El sol, las nubes, la nieve, los árboles, no hablan tanto. No puedes servir a dos amos. Se requiere más de un día de contemplación para conocer e impregnarse de la riqueza de un solo día.
Nos podríamos avergonzar de contar las cosas que oímos o leímos en un día. No sé por qué nuestras novedades tienen que ser tan triviales, si nuestros sueños e ilusiones no lo son, ¿por qué su puesta en práctica es tan miserable? La mayor parte de las noticias que oímos no requieren mucho talento. Es la rancia repetición. Te habrás preguntado alguna vez por qué hay tanta tensión en algunas experiencias que has tenido. Después de 25 años te deberías topar con Hobbins, el registrador de hechos, de nuevo en tu camino. ¿No hemos avanzado nada acaso? Así son las noticias diarias. Los hechos son como esporas de helechos que flotan en la atmósfera y se posan sobre un tronco, — como si fuera la superficie de nuestra mente -, para crecer como plantas parásitas. Debemos purgarnos de esas noticias. ¿Tendría alguna consecuencia la explosión de nuestro planeta si no hubiera personajes involucrados? En realidad no tenemos mucha curiosidad por estos acontecimientos. No vivimos para el ocio recreativo ni para correr a la próxima esquina a ver como explota el mundo. Todo el verano y parte del otoño los pasaste sin periódicos y ahora te das cuenta que fue porque todo el día estaba lleno de novedades y había suficientes acontecimientos en tus paseos. No estabas pendiente de los sucesos en Europa si no de tus propios asuntos en Massachusetts. Si escoges vivir y moverte en el estrecho plano de los acontecimientos que son noticia — mas delgado que el papel en el que se imprimen — estas llenaran tu mundo; pero si estas en otro plano, — por encima o por debajo de este -, estos acontecimientos no te afectarán ni tú a ellos. Si vemos el sol que se pone y esconde cada día, y participamos en el curso de universo, conservaremos nuestra salud. ¡Las naciones! ¿Qué son las naciones? ¡Tartaros, Hunos y Chino! Como un enjambre de insectos. Los historiadores se esfuerzan en vano por hacerlos trascender. Es porque nos falta el hombre que necesitamos a los hombres. Son los individuos los que pueblan el mundo. Todo hombre pensante dirá lo mismo que el espíritu de Lodin:
«Miro las naciones desde la altura y se convierten en cenizas delante de mí; La calma es mí morada entre las nubes; Apacibles son los campos de mi descanso».
Roguemos para que se nos permita vivir sin que nos conduzcan perros, como a los esquimales, cruzando colinas y valles, y mordiéndose las orejas unos a otros.
Tiemblo levemente ante el peligro que representa el haberme dado cuenta que muchas veces estoy muy cerca de aceptar trivialidades, como las noticias de la calle — y no dejará de asombrarme lo dispuestos que están los hombres a llenarse la cabeza con esa basura y a permitir que rumores ociosos y cosas insignificantes entren a un terreno que debería ser sagrado para el pensamiento -. ¿Debe ser la mente una cancha pública donde los asuntos de la calle y las habladurías de sobremesa sean tratados? ¿O debe ser una instancia divina, como un templo consagrado al servicio de los dioses? Me resulta muy difícil deshacerme de los pocos hechos que me parecen significativos para atender a los insignificantes, los cuales sólo una mente divina podría dilucidar. Así son la mayor parte de las noticias de los diarios y las conversaciones, por eso es importante mantener la mente limpia. Admitir en nuestros pensamientos los detalles de un solo caso del juzgado del crimen, es profanar la santidad por una hora, -¡lo que representa demasiado tiempo!- para transformar nuestra intimidad en una barra de bar. Del mismo modo que el polvo de la calle ha sido objeto de nuestros pensamientos, incluso la calle con su tráfico, su bullicio y suciedad ha ocupado el altar de nuestros pensamientos. ¿No es acaso un suicidio moral e intelectual?
Cuando me he visto obligado a ser espectador en una tribunal de justicia y he visto a mis vecinos — los que no estaban obligados a estar ahí — escabulléndose a hurtadillas se me pasa por la mente que al sacarse sus sombreros, sus orejas se transforman en embudos buscando el sonido con el cual saturar sus estrechas mentes. Como las aspas de un molino de viento que toman la corriente ancha pero superficial del sonido y después de un par de vueltas en sus fraudulentos cerebros pasa al otro lado. Me sorprendería que fueran tan meticulosos como para lavar sus odios después de hacerlo con sus manos. Me pareció, de repente, que los auditores y los testigos, el jurado y el abogado, el juez y el criminal, — que puedo presumir culpable antes de su condena — eran igualmente culpables y que les caería un rayo para aniquilarlos.
Evita con todo tipo de trampas y señales, amenazando con castigos divinos, que alguien transgreda el único terreno que es sagrado para ti. ¡Es difícil olvidar lo que no nos sirve recordar! Si tengo que ser un torrente, prefiero ser un arroyo de montaña, o una corriente del Parnaso, pero no una cloaca de cuidad. Por un lado está la inspiración que proviene del murmullo de las cortes celestiales y por otro la revelación profana y ajada de los bares y los juzgados de policía. El mismo oído puede recibir ambas comunicaciones y sólo el criterio del oyente determina cual escucha y cual no. Sostengo que la mente puede ser profanada constantemente con el hábito de considerar cosas triviales, de modo que nuestros pensamientos se impregnan de trivialidad. Deberíamos pavimentar nuestro intelecto ya que sus bases se fragmentan con el paso de las ruedas; el pavimento más durable, superior al empedrado, a los bloques pulidos, y al asfalto es el que está en el interior de nuestras mentes y que ha sido sometido durante mucho tiempo al trajín.
Ya que nos hemos tenido que autoprofanar, revertir esta situación nos demanda prudencia y devoción para resacralizarnos y hacer de nuestra mente un templo, de nuevo. Debemos tratar a nuestra mente — es decir a uno mismo — como un niño ingenuo e inocente, a quien cuidar para dirigir su atención selectivamente. No leas el Times (El Tiempo) lee Eternity (La Eternidad), los convencionalismos están tan extendidos porque son vulgares. Incluso los estudios de la ciencia pueden ensuciar la mente, a menos que puedan ser de algún modo borrados cada mañana, fertilizándolos con el rocío de la verdad fresca y vital. El conocimiento no llega con los detalles sino con destellos de luz del cielo. En efecto, cada pensamiento desgasta y profundiza las huellas de la mente, que como los caminos de las calles de Pompeya demuestran que habían sido muy usados. ¡Cuantas cosas se habrían aclarado si nos hubiéramos detenido a conocerlas un poco mejor! ¡Sería mejor dejarlos conducir sus carros mezquinos, incluso a paso lento, sobre el glorioso trayecto que confiamos en pasar, al final de nuestras vidas, desde el lejano borde del tiempo a la cercana orilla de la eternidad! ¿Es que acaso no tenemos cultura ni delicadeza sino habilidades para vivir ordinariamente y servir al Diablo? ¿O para acumular riquezas mundanas y fama o libertad con las cuales proyectar una falsa imagen como si fuéramos sólo cáscaras y conchas sin médula o sustancia viva en su interior? ¿Deben ser nuestras instituciones como esas vainas que pinchan sin fruto dentro, que sólo sirven para dañar los dedos?
Los Estados Unidos son proclamados como el terreno donde se da la lucha de la libertad; pero seguramente esta libertad no tiene un significado meramente político, incluso si concediéramos que el norteamericano se ha liberado de la determinación política es esclavo todavía de la economía y la moral. Ahora que se ha asentado la república — res-publica — es hora de preocuparnos por la res — privata, — los asuntos privados — tal cual el senado romano encomendó a sus cónsules que los asuntos privados no se vieran mermados — «ne quid res -PRIVATA detrimentu caperet».
¿Podemos llamar a esto la tierra de la libertad? ¿Tiene sentido liberarse del Rey Jorge pero seguir esclavo del Rey Prejuicio? ¿Tiene sentido nacer libre y no vivir como tal? ¿Qué otro valor tiene la libertad política sino como libertad moral? ¿Alardeamos de la libertad para no estar sometidos o de la libertad para ser esclavos? Somos una nación de políticos que defiende solo superficialmente a la libertad. Tal vez sólo los hijos de nuestros hijos serán realmente libres. Pagamos impuestos injustamente ya que hay una parte de nosotros que no está representada; es contribución sin representación. Contenemos en nosotros mismos multitudes, tontos y ganados, contenemos nuestros propios cuerpos en las pobres almas, hasta que el primero consume toda la substancia de la segunda.
Con respecto a una verdadera cultura y humanidad somos esencialmente provincianos, no metropolitanos, porque no encontramos en el hogar nuestros estandartes; porque no veneramos la verdad sino el reflejo de la verdad; porque estamos corrompidos y reducidos por una devoción al comercio, al negocio, a las fabricas, a la agricultura y cosas de este tipo que son solo medios y no fines.
De este modo el Parlamento Inglés es provinciano; simples pueblerinos que se traicionan a si mismos cuando alguna cosa importante requiere ser discutida. Por ejemplo el problema de Irlanda — ¿y por qué no llamarlo el problema Ingles? -. Su naturaleza esta subyugada por las discusiones de las que se ocupan y su «buena crianza» respeta sólo asuntos secundarios. Los modales más finos del mundo son groseros y presuntuosos en comparación con una inteligencia refinada. Se parecen a las modas antiguas, simples cortesías, genuflexiones y ropa corta, pasados de moda. Es por el vicio y no por los finos modales que pierden firmeza en el carácter; no son mas que ropa vieja y conchas pidiendo el respeto que se merecen las criaturas vivas. Te regalan conchas en vez de pulpa, y no es excusa el hecho de que en el caso de algunos mariscos la concha tenga más valor que la carne. El hombre que impone sus buenos modales sobre mí lo hace como si me estuviera mostrando las cosas que colecciona, cuando lo que yo querría es verlo a él mismo. No fue en este sentido que el poeta Decker llamó a Cristo «el primer caballero verdadero que haya existido jamás». Repito que en este sentido la corte más espléndida de la cristiandad es provinciana porque tiene autoridad para tratar los asuntos Transalpinos pero no los romanos. Un pretor o procónsul sería suficiente para resolver los problemas que acaparan la atención del Parlamento Inglés o el Congreso Americano.
¡Y yo que pensaba que el Gobierno y la legislación eran profesiones respetables! Hemos oído de los angelicales Numas, Lycurguses y Solón, en la historia de la humanidad, nombres que quedarán como legisladores ideales; ¡pero piensen en lo que significa legislar para regular la producción de esclavos o la exportación de tabaco! ¿Qué harían los legisladores divinos con las exportaciones o importaciones de tabaco? ¿Qué harían los legisladores humanos con la producción de esclavos? Supón que tuvieras que pedirle la opinión al hijo de Dios sobre estos asuntos… ¿no tendría Él hijos en el siglo 19? ¿Es una familia extinguida? ¿En qué condiciones podríamos revivirla? ¿Qué diría un estado como el de Virginia el día del juicio final cuando su producción principal ha sido el tabaco y los esclavos? ¿Qué suelo es ese para el patriotismo? He sacado estos datos de estadísticas que los mismos Estados han publicado.
¡Un comercio que cruza océanos para buscar nueces y pasas, y en este propósito transforma en esclavos a sus marineros! Vi el otro día un barco que había naufragado y se perdieron muchas vidas; su carga y destrozos de bayas de enebro y almendras amargas estaban esparcidos por toda la playa. Parece que no vale mucho la pena desafiar los peligros del mar, entre Leghorn y Nueva York, por un cargamento de bayas de enebro y almendras amargas.
¡América enviando a buscar «amarguras» del Viejo Mundo! ¿No son los besugos, o los naufragios, lo suficientemente amargos como para declinar la copa de la vida en el mar? Así es en gran medida el comercio por el que tanto alardeamos; y hay quienes se autoproclaman hombres de estado o filósofos, pero son tan ciegos como para pensar que el progreso y la civilización dependen, precisamente, de este tipo de actividades e intercambios — la actividad de moscas sobre un tonel de melaza. Todo estaría bien, dijo alguien, si los hombres fueran ostras, y mejor aún, respondo yo, si fueran mosquitos.
Lieutenant Herndon, enviado por el gobierno a explorar el Amazonas y extender el área de la esclavitud, dijo que allá se requería «una población activa y emprendedora que sepa lo que son las comodidades de la vida, y que tengan necesidades artificiales que les permitan extraer del país sus múltiples recursos». Pero ¿qué son las «necesidades artificiales» que deben ser alentadas? Yo creo, que no lo son el amor a la lujuria, como el tabaco y los esclavos de su Virginia natal, ni el hielo ni el granito, riquezas materiales de nuestra nativa Nueva Inglaterra; tampoco son los «múltiples recursos del país» la fertilidad o esterilidad de sus suelos para producir. La principal necesidad de los habitantes de cualquier estado en el que he estado es su alta y fervorosa determinación; sólo esta desarrolla «los múltiples recursos» de la Naturaleza y la sobrexplota, para que el hombre muera naturalmente fuera de ella. Cuando necesitamos mas la cultura que las patatas, y la iluminación mas que las golosinas, entonces los grandes recursos del mundo están siendo desarrollados y explotados; y el resultado — o la principal producción — no son esclavos, ni trabajadores, sino hombres — esos extraños frutos llamados héroes, santos, poetas, filósofos y redentores.
En resumen tal cual se forma un ventisquero cuando el viento se calma, podríamos decir que donde se aquieta la verdad surge una institución. Pero la verdad sigue soplando sobre ella y a la larga la derrumba. Lo que llamamos política es algo tan superficial e inhumano que nunca he aceptado abiertamente que me competa. Yo observo que los diarios dedican algunas de sus columnas especialmente a la política o al gobierno sin mayores dificultades, y esto los salva; pero como yo amo la literatura y en algún grado también la verdad, no leo estas columnas por ningún motivo ya que no quiero embotar mi sentido de la justicia. No tengo que rendir cuentas por haber leído ningún mensaje presidencial. ¡Extraña época esta donde los imperios, los reinos y las repúblicas llegan a quejarse a la puerta particular de los hombres! No se puede leer un periódico sin encontrar que algún gobierno miserable, duramente hundido y en sus últimas fuerzas, está entrometiéndose para que yo, lector, vote por él — mas inoportuno que un mendigo italiano, del cual pudiera tener ocasión de mirar su certificado extendido quizás por algún clérigo negociante, o por el patrón del barco que le trajo, y que como no puede hablar mi idioma deba leer acerca de la erupción de algún Vesubio, o la crecida del Po, real u olvidado, que lo llevó a esa condición.
En ese caso no dudaría en recomendarle que trabaje o que vaya a un asilo, o ¿por qué no mantiene su vida privada en silencio como hago yo casi siempre? Pobre Presidente que para conservar su popularidad y cumplir su deber esta completamente aturdido. Los periódicos son el poder que manda, cualquier otro gobierno esta reducido a unos cuantos marinos en el Fuerte Independencia. Si un hombre omite leer el Daily Times el gobierno se pondrá de rodillas ante él, porque esa es la única traición en estos días.
Estas cosas como la política, la rutina diaria, que actualmente ocupan la atención de los hombres, son, a decir verdad, funciones vitales de la sociedad humana. Sin embargo son realizadas de forma inconsciente, como el funcionamiento del cuerpo humano. Son infra-humanas, como un tipo de vegetación aunque a veces llego a tener cierta conciencia sobre ellas, como alguien puede llegar a ser consciente de algunos procesos digestivos en casos como la dispepsia. Es como si un pensador se sometiera a ser digerido por el gran estómago de la creación. La política es como el estómago de la sociedad, lleno de granos y arenas, y los dos partidos políticos son sus mitades opuestas — que a veces se dividen en cuartos porque se muelen el uno al otro. No sólo los individuos sino también los estados tienen una dispepsia que se expresa con elocuencia. Nuestras vidas son un olvidar, pero también un recordar todo aquello que no hicimos consciente, en nuestras horas de vigilia. ¿Por qué deberíamos encontrarnos siempre como dispépticos para contarnos nuestros malos sueños en vez de saludarnos por cada glorioso amanecer, como eupépticos? De seguro que no hago una exigencia desmedida.