Título: Consideraciones sobre la violenta Policía de la Paz
Temas: Black Bloc Estado No-violencia Occupy Wall Street Policía Represión
Notas:
David Graeber es antropólogo, anarquista y afiliado a la IWW. Profesor en Yale de 1998 a 2005 (año en que no le renovaron el contrato, aparentemente por motivos políticos) y desde el 2007 en el Goldsmiths College (Londres). Promovió el 2 de agosto de 2011 la Asamblea General de Nueva York, que contó con sólo 60 participantes. Pasó las seis semanas siguientes involucrado en los preparativos de la ocupación del parque Zuccotti, dinamizando asambleas generales, asistiendo a grupos de trabajo, organizando la ayuda legal y médica y clases de resistencia no violenta. Dejó Nueva York pocos días después de que comenzara la ocupación para ir a Austin, Texas. El autor responde en carta abierta al artículo El Cáncer en el Movimiento Occupy en el que se ataca a los black blocs. Reflexiona sobre tácticas no-violentas, convivencia de distintas sensibilidades en movimientos amplios y cómo afrontar la represión policial.
Traducción de Alasbarricadas.
Escribo suponiendo que eres una persona bien intencionada que desea el éxito del movimiento Occupy Wall Street. También escribo como alguien que estuvo fuertemente involucrado en las primeras etapas de la planificación del movimiento Occupy en Nueva York.
También soy un anarquista que ha participado en muchos black bloc. Aunque nunca he participado personalmente en actos de destrucción de la propiedad, en más de una ocasión he formado parte de bloques donde sí se han producido daños a la propiedad. [He formado parte de más bloques que no empleaban este tipo de tácticas. Que los black blocs consistan en destruir es una falacia ampliamente extendida. No es así.]
Yo no era el único veterano de black blocs que participó en la planificación de la estrategia inicial de Occupy Wall Street. De hecho, el núcleo del grupo al que se le ocurrió la idea de ocupar el Parque Zuccotti, el lema “el 99%”, el proceso de la Asamblea General, y, de hecho, quienes colectivamente decidimos que adoptaríamos una estrategia de no-violencia gandhiana y que evitaríamos los daños materiales éramos anarquistas. Muchos de nosotros habíamos participado en black blocs. Simplemente no sentíamos que fuera la táctica adecuada para la situación en la que estábamos.
Es por ello que me siento obligado a responder a tu artículo “El cáncer en el movimiento Occupy”. Este artículo no sólo es objetivamente inexacto, sino que es, literalmente, peligroso. Es el tipo de información errónea que puede provocar que haya muertes de personas. En mi opinión, es más probable que pase por eso, que por cualquier cosa hecha por un adolescente vestido de negro y que arroja piedras.
Permíteme exponer algunos hechos iniciales:
El black bloc es una táctica, no un grupo. Es una táctica donde los activistas se ponen máscaras y prendas de vestir negras [originalmente en Alemania, chaquetas de cuero, posteriormente en los Estados Unidos, sudaderas de capucha], como forma de preservar el anonimato, de solidarizarse, y para indicar a los demás que, si la situación lo requiere, están preparados. Si requiere acción militante. La propia naturaleza de la táctica desmiente la acusación de que están tratando de apropiarse de un movimiento y poner en peligro a terceros. Una de las ventajas de tener un black bloc es que todo el mundo que va a una protesta sabe dónde están las personas que estarían dispuestas a participar en la acción militante, y por ello es posible evitarlas, si así se desea.
Los black blocs no representan ninguna ideología específica, o una posición anti-ideológica. Losblack blocs han tendido a estar formados sobre todo por anarquistas, pero la mayoría contienen participantes cuyas ideologías varían desde el maoísmo hasta la socialdemocracia. No están unidos por la ideología, o la falta de ideología, sino simplemente por un sentimiento común de que la creación de un bloque de personas con un discurso explícitamente revolucionario y listo para enfrentarse, si es necesario, a las fuerzas del orden a través de tácticas más militantes, es, en la ocasión en concreto en la que se se reúnen, algo útil. De ello se desprende que uno no puede hablar de “anarquistas del black bloc”, como un grupo con una ideología identificable, como no se puede hablar de “anarquistas que llevan pancartas” o de “anarquistas que prueban micrófonos”.
Incluso si tienes que seleccionar un pequeña y ultra-radical minoría dentro del black bloc y pretender que sus opiniones son representativas de todo aquel que se haya puesto una sudadera con capucha, podrías al lo menos estar al día sobre la cuestión. En 1999 se solía pretender que elblack bloc se componía de nihilistas primitivistas seguidores de John Zerzan que se oponían a toda forma de organización. Hoy en día, el enfoque preferido es pretender que los black blocs se componen de nihilistas insurreccionalistas seguidores de El Comité Invisible, opuestos a toda forma de organización. Ambos son insultos absurdos. El tuyo además caducó hace 12 años.
Tu comentario de que los black blocs odian a los zapatistas es uno de los más extraños que he visto nunca. Claro, si se rebusca lo suficiente, se puede encontrar a alguien que diga casi cualquier cosa. Pero supongo que, a pesar de la diversidad ideológica, si hiciéramos una encuesta entre los participantes del black bloc promedio y les preguntáramos qué movimiento político del mundo les inspiró más, el EZLN tendría aproximadamente el 80% de los votos. De hecho, yo estaría dispuesto a apostar que al menos un tercio de los integrantes del black bloc promedio se viste o lleva al menos un elemento de la parafernalia de los zapatistas. [¿Alguna vez has hablado realmente con alguien que ha participado en un black bloc o sólo con personas a las que no les gustan?]
“La diversidad de tácticas” no es una idea exclusiva del black bloc. La asamblea general del parque de la plaza Tompkins que planeó la ocupación original, si mal no recuerdo, adoptó el principio de la diversidad de tácticas [por lo menos se discutió de una forma muy aprobadora], al mismo tiempo que todos coincidimos en que un enfoque gandhiano sería el mejor camino a seguir. Esto no es una contradicción: “la diversidad de tácticas” significa dejar estos asuntos a la conciencia individual, en lugar de imponer un código de conducta a nadie. En parte, esto se debe a que la imposición de un código fracasa invariablemente. En la práctica intentarlo lleva a que algunos grupos se desmarquen indignados e incluso actúen de forma más militante, sin coordinarse con nadie más —como ocurrió, por ejemplo, en Seattle. Los resultados suelen ser desastrosos. Después del fiasco de Seattle, de ver a algunos activistas entregando activamente a otros a la policía, rápidamente decidimos que necesitábamos asegurarnos de que no pasaría nunca más. Hemos descubierto que si acordamos “todos seremos solidarios los unos con los otros. No vamos a entregar a compañeros manifestantes a la policía. Les trataremos como hermanos y hermanas. Pero esperamos que tú hagas lo mismo con nosotros”, entonces, aquellos que podrían decantarse por tácticas más militantes actúan también de forma solidaria, ya sea no participando en absoluto en acciones militantes, por miedo a poner en peligro a los demás —como en muchas de las últimas Global Justice Actions [Acción por la Justicia Global], donde los black bloc solamente ayudaron a proteger los bloqueos, o en Zuccotti Park, donde la mayoría de la gente no formó black bloc] o haciéndolo sin correr el menor riesgo de poner en peligro a los compañeros activistas.
Todo esto es secundario. Principalmente estoy haciendo una llamada a tu conciencia, pues es evidente que eres una persona sincera y bien intencionada que quiere este movimiento tenga éxito. Te lo ruego: Por favor considera lo que estoy diciendo. Por favor, ten en cuenta que no soy un loco nihilista, sino una persona razonable, uno de los autores originales de la estrategia gandhiana que adoptó Occupy Wall Street —así como un estudioso de los movimientos sociales, que ha pasado muchos años, tanto participando en tales movimientos como tratando de entender su historia y dinámica.
Me dirijo a ti porque realmente creo que el tipo de declaración que hiciste es profundamente peligrosa.
La razón por la que digo esto es porque, cualesquiera que sean tus intenciones, es muy difícil de leer tu declaración como algo distinto de una apelación a la violencia. Después de todo, ¿qué estás diciendo, básicamente de los que llamas “anarquistas del black bloc”?
No son parte de nosotros
Son conscientemente malévolos en sus intenciones
Son violentos
No se puede razonar con ellos
Todos son iguales
Quieren destruirnos
Son un cáncer que debe ser extirpado
Sin duda debes reconocer, cuando está presentado de esta manera, que éste es precisamente el tipo de lenguaje y el argumento que históricamente ha sido invocado por los que alientan a un grupo de personas a atacar físicamente, a realizar limpieza étnica o exterminar a otros —de hecho, este tipo de lenguaje y de argumentos casi nunca se utilizan en otras circunstancias. Después de todo, si un grupo está formado exclusivamente por violentos fanáticos con los que no se puede razonar y cuya única intención es nuestra destrucción, ¿Qué otra cosa podemos hacer? Este es el lenguaje de la violencia en su forma más pura. Mucho más que fuck the police. Ver este tipo de lenguaje empleado por alguien que dice hablar en nombre de la no-violencia es realmente extraordinario. Reconozco que he logrado encontrar algunos elementos marginales peculiares en el anarquismo diciendo algunas cosas bastante extremas, no es difícil de hacer, sobre todo porque estas personas son mucho más fáciles de encontrar en internet que en la vida real, pero sería difícil encontrarse a cualquier “anarquista de black bloc” hacer una declaración tan extrema como la tuya.
Incluso si no tenías la intención de hacer de tu artículo una llamada a la violencia, que supongo que no tenías, ¿cómo puedes creer que muchos no lo leerán como tal?
En mi experiencia, cuando trato este tipo de cuestiones, la primera reacción que normalmente obtengo de los pacifistas está en la línea de “¿De qué estás hablando? Por supuesto que no estoy a favor de atacar a nadie! Yo soy no-violento! Simplemente estoy llamando a enfrentarse no violentamente a estos elementos y excluirlos del grupo”. El problema es que en la práctica esto casi nunca es lo que realmente sucede. Una y otra vez, lo que en realidad ha significado es o bien a) Entregar a compañeros activistas a la policía, es decir, entregarlos a personas con armas que les arrestarán, esposarán y encarcelarán, o bien b) Ataque físico real activista-contra-activista. Esto ha sucedido. Se han producido agresiones físicas de activistas a otros activistas, y, que yo sepa, nunca han sido perpetradas por nadie del black bloc, sino siempre por supuestos pacifistas en contra de aquellos que se atreven a poner una capucha sobre sus cabezas o un pañuelo sobre su cara, o, simplemente, contra anarquistas que adoptan tácticas sobre las que alguien piensa que van demasiado lejos. [Debo anotar que incluso prácticas no potencialmente violentas. En Occupy Austin, durante un periodo de 15 minutos, compañeros campistas me amenazaron primero con el arresto y a continuación con el ataque físico por estar expresando mi solidaridad, verbalmente primero y en forma de resistencia pasiva después, con un pequeño grupo de anarquistas que estaban levantando lo que se consideraba una tienda de campaña no autorizada].
Esta situación produce a menudo ironías extraordinarias. En Seattle, los únicos incidentes de ataque físico real realizados por manifestantes a otros individuos no fueron ataques contra la policía, que no tuvieron lugar en absoluto, sino ataques de los “pacifistas” a integrantes del black bloc, intentando evitar daños a la propiedad privada. Dado que los integrantes del black bloc habían acordado colectivamente una estricta política de no-violencia [que definieron como no hacer nada que pudiera dañar a otro ser vivo], se negaron conjuntamente a devolver el golpe. En muchas ocupaciones recientes, la auto-nombrada “Policía de la Paz” ha maltratado a activistas que se presentaron a las marchas con ropa negra y con capucha, quitándoles las máscaras, empujándoles y golpeándoles. Siempre, sin que las propias víctimas hubieran participado en algún acto violento, siempre, con las víctimas negándose, por razones morales, a empujar o patear por la espalda a sus agresores.
Si se difunde ampliamente el tipo de retórica que adoptas conseguirá que este tipo de violencia se convierta en mucho, mucho más grave.
Tal vez no me creas, o no creas que estos hechos sean particularmente significativos. Si es así, déjame poner el asunto en un contexto histórico más amplio.
Si he entendido bien tu argumento, parece que se reduce a:
Occupy Wall Street ha sido un éxito porque ha seguido una estrategia gandhiana de mostrar cómo, incluso frente a una oposición estrictamente no violenta, el Estado va a responder con violencia ilegal
Los elementos del black bloc que no actúan según los principios de no violencia gandhiana están destruyendo el movimiento, ya que proporcionan la justificación retroactiva para la represión del Estado, especialmente a los ojos de los medios de comunicación
Por lo tanto, los elementos del black bloc debe ser expulsados de alguna forma.
Como uno de los autores de la estrategia gandhiana original, puedo recordar lo muy conscientes que éramos cuando optábamos por esta estrategia, de que estábamos corriendo un riesgo enorme. Las estrategias gandhianas históricamente no han funcionado en los EE.UU., de hecho, no se han puesto en práctica a gran escala desde el movimiento por los derechos civiles. Esto se debe a que, por principio, los medios de comunicación en EE.UU. no son capaces de denunciar los actos represivos de la policía como “violencia”. [Una de las razones de que el movimiento por los derechos civiles fuera una excepción es debido a que muchos americanos de la época no consideraban el sur profundo como parte del mismo país]. Muchos de los jóvenes, hombres y mujeres, que formaron el famoso black bloc de Seattle eran, de hecho, eco-activistas que habían participado en sentadas encaramados a árboles o bloqueos en defensa de bosques que tenían lugar bajo principios puramente gandhianos —Para encontrarse con que en los EE.UU. de la década de 1990, manifestantes no violentos podían ser maltratados, torturados [frotando el spray pimienta directamente en los ojos], o incluso asesinados, sin objeción seria de los medios de comunicación nacionales. Así que optaron por otras tácticas. Éramos conscientes de todo ello. Pero decidimos que el riesgo valía la pena.
Sin embargo, también somos conscientes de que cuando la represión comienza, algunos romperán filas y responderán con más contundencia. Y aunque no de una forma sistemática y organizada, se producirán algunos actos violentos. Escribes que los integrantes del black bloc destrozaron una “cafetería de propiedad local”, y yo dudaba de esto cuando lo leí, ya que en la mayoría de los black bloc se acuerda una política estricta de no dañar negocios familiares [en los que trabaja el dueño o los dueños], y ahora encuentro en la respuesta de Susie Cagle a tu artículo que, en realidad, era una cadena de cafeterías, y la destrucción de la propiedad se llevó a cabo por alguien que no iba de negro. Pero aún así, tienes razón: Inevitablemente tendrán lugar algunos incidentes de este tipo.
La cuestión es cómo responde uno.
Si la policía decide a atacar a un grupo de manifestantes, afirmará haber sido provocada, y los medios de comunicación repetirán lo que diga la policía, no importa cuán increíble sea, como la base de los hechos que tuvieron lugar. Esto sucederá tanto si alguien en la protesta hace cualquier cosa que remotamente se puede describir como violenta o no. Muchas de las afirmaciones de la policía serán, obviamente, ridículas –como en la reciente marcha de Oakland, donde la policía acusó a los participantes del lanzamiento de “artefactos explosivos improvisados”– pero no importa cuántas veces mienta la policía sobre este tipo de hechos, los medios de comunicación nacionales seguirán dando como verdadera su versión, y será labor de los manifestantes proporcionar evidencias de lo contrario. En ocasiones, con la ayuda de medios de comunicación social, podemos demostrar que ciertos ataques de la policía fueron absolutamente injustificados, como pasó con el famoso ataque con spray de pimienta del policía Tony Bologna. Pero no podemos demostrar que todos los ataques de la policía son injustificados, ni siquiera todos los ataques en una determinada manifestación; simplemente es físicamente imposible filmar todo lo que sucede en todo momento y desde todos los ángulos. Por lo tanto podemos esperar que hagamos lo que hagamos, los medios de comunicación informarán debidamente “los manifestantes provocaron enfrentamientos con la policía” antes que “la policía atacó a manifestantes no violentos.” Es más, cuando alguien devuelva un bote de gas lacrimógeno, o lance una botella, o escriba con spray algo, debemos asumir que el acto será empleado como una justificación retroactiva, aunque la violencia policial tuviera lugar antes de la acción.
Todo esto será cierto tanto si hay black bloc como si no.
Si la cuestión moral es “¿Es defendible amenazar físicamente a quienes no dañan directamente a otros?”, se podría decir que la cuestión táctica, en la práctica es “incluso si fuera posible la creación de una Policía de la Paz, capaz de prevenir cualquier acto, no importa cuál sea la provocación, que los medios corporativos y cualquier persona en o cerca de la protesta pudieran interpretar como “violento”¿tendría algún efecto significativo?” Es decir, ¿crearía una situación en la que la policía sentiría que no puede utilizar la fuerza arbitraria contra manifestantes pacíficos? El ejemplo de Zuccotti Park, donde hemos logrado bastante mediante la no-violencia, sugiere que esto es extremadamente difícil. Y quizás lo más importante de todo: Incluso si fuera de algún modo posible crear una especie de Policía de la Paz que nos impidiera a todos hasta el lanzar una botella durante un ataque con gas, con lo que podríamos afirmar con toda justicia que nadie había hecho nada para provocar ese ataque rutinario de la policía, ¿valdría la pena la cobertura más favorable de los medios de comunicación frente al coste en libertad y democracia que implicaría el hecho de crear esa especie de policía interna?
No son preguntas hipotéticas. Todos los movimientos de desobediencia civil no violenta han tenido que lidiar con ellas de una forma u otra. ¿Cuán inclusivos debemos ser con los que tienen ideas diferentes acerca de qué tácticas son las apropiadas? ¿Qué hacer con quienes van más allá de lo que la mayoría de la gente considera límites aceptables? ¿Qué hacer cuando el gobierno y sus aliados los medios de comunicación utilizan sus acciones para justificar —aunque sea con carácter retroactivo— los actos violentos y represivos?
Los movimientos exitosos han entendido que, para no caer en la trampa tendida por las autoridades, es absolutamente esencial no pasar el tiempo fiscalizando y condenando a otros activistas. Cada uno tiene claros sus principios. Cada uno se solidariza como puede con quienes comparten la misma lucha, y si no puede, intenta ignorarlos o evitarlos, pero sobre todo, mantiene su atención en la fuente real de la violencia, sin hacer ni decir nada que pueda parecer que por desacuerdos tácticos justifica esa violencia contra otros activistas.
Recuerdo mi sorpresa y regocijo, la primera vez que me reuní con activistas del Movimiento Juvenil 6 de Abril de Egipto, cuando surgió la cuestión de la no-violencia. “Por supuesto que no éramos violentos”, dijo uno de los primeros organizadores, un joven progresista que trabajaba en un banco. “Nadie usa armas de fuego ni nada de eso. ¡Nunca hicimos nada más militante que tirar piedras!”
¡Ahí estaba un hombre que entendía lo que se necesita para ganar una revolución no violenta! Sabía que si la policía empieza a lanzar botes de humo directamente a las cabezas de la gente, a golpearles con porras, a arrestarles y a torturarles, y hay miles de manifestantes, algunos de ellos se defenderán. No hay forma de evitarlo. La respuesta adecuada es seguir recordando a todos la violencia de las autoridades estatales, y nunca, nunca, empezar a escribir largas denuncias contra compañeros activistas, alegando que son parte de una fanática y malévola conspiración. [Estoy seguro de que si un hipotético activista egipcio hubiera querido, por ejemplo, argüir que los salafistas violentos, o incluso los trotskistas, estaban tratando de subvertir la revolución, y hubiera adoptado estándares de evidencia tan amplios como los tuyos, hubiera buscado declaraciones incendiarias donde pudiera encontrarlas fingiendo que eran comunes a todos los que tiraron una piedra, ¡Qué fácilmente hubiera defendido su acusación!] Por eso la mayoría de nosotros somos conscientes de que el régimen de Mubarak atacó a manifestantes no violentos, y no lo somos de que muchos respondieron tirando piedras.
Los activistas egipcios, en otras palabras, entendieron lo que significa hacer el juego a la policía.
En realidad, ¿por qué nos limitamos a Egipto? Puesto que estamos hablando de las tácticas de Gandhi, ¿por qué no considerar el caso de Gandhi en sí mismo? Hizo declaraciones sobre personas que iban mucho más allá de lanzamiento de piedras [a pesar de que los egipcios tirando piedras a la policía estaban ya yendo mucho más lejos que cualquier black bloc en EE.UU.]. Gandhi fue parte de un movimiento anti-colonial muy amplio que incluía elementos que estaban usando armas de fuego, de hecho, que participaban en terrorismo abierto. La primera vez que comenzó a formular su propia estrategia de resistencia civil no violenta fue en respuesta a un debate sobre un acto de un nacionalista indio que entró a la oficina de un funcionario británico y le disparó cinco veces en la cara, matándolo instantáneamente. Gandhi dejó claro que aunque se oponía al asesinato bajo cualquier circunstancia, también se negaba a denunciar al asesino, que era un hombre que estaba tratando de hacer lo correcto para actuar en contra de una injusticia histórica, pero que actuó de forma equivocada “embriagado por una loca idea”.
En el transcurso de los siguientes 40 años, Gandhi y su movimiento fueron denunciados repetidamente en los medios de comunicación, al igual que los anarquistas no violentos [y puedo señalar aquí que, aunque no fuera anarquista, Gandhi fue fuertemente influido por anarquistas como Kropotkin y Tolstoi], como una mera fachada para elementos más violentos, terroristas, con quienes se decía que colaboraban en secreto. Fue desafiado periódicamente a mostrar sus credenciales no violentas asistiendo a las autoridades en la represión de tales elementos. Aquí Gandhi se mantuvo firme. Siempre es moralmente superior, insistió, oponerse a la injusticia a través de medios no violentos que a través de medios violentos. Sin embargo, para oponerse a la injusticia a través de medios violentos sigue siendo moralmente superior a no hacer nada en absoluto para oponerse a la injusticia.
Y Gandhi se refería a personas que estaban volando trenes o asesinado a funcionarios del gobierno. No rompiendo escaparates o pintando con aerosol frases groseras sobre la policía.